Una de las cinco grandes (nominada a mejor película y mejor
director), es “Los descendientes” (The Descendants), donde George Clooney es la
estrella indiscutible. Su magnífica interpretación es motivo más que suficiente
para ver una película que, tratando sobre la vida misma, no deja de sorprender
a un espectador que tan pronto ríe como llora ante una situación realmente
dramática.
La que se podría considerar como la “Pequeña Miss Sunshine”
o “Juno” de este año, no consigue, sin embargo, calar tan profundo como las dos
anteriores. De lo que estoy convencida es que a ese gran crítico que tachó en su
momento de ultraconservadoras a “Pequeña Miss Sunshine” (por apología de la
familia) y Juno (por antiabortista) esta le parecerá un claro alegato contra la
eutanasia. Esperemos que la crítica de esta película no le toque a este “sujeto”.
A pesar de un metraje excesivo, hay temas fundamentales que se quedan demasiado en el aire, mientras que otros más banales convierten en interminables algunas escenas. A “Los descendientes” le falta ese momento en el que uno dice “me encanta” pero, a cambio, no es la típica película que una vez vista se olvida. En mi opinión, es una buena película, ante todo con una gran interpretación, pero con una dirección diferente podría haber sido mejor.
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